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Una ducha fría, lo mejor en el verano

Probablemente, después de haber estado todo el día trabajando, andando sin parar o haciendo ejercicio, te apetezca mucho más una ducha caliente con la que sentirte reconfortada, pero verás, el agua fría (o templada) puede reportarte algunos beneficios que el agua a mayor temperatura no puede.

Por ejemplo, es bueno para la circulación que te metas en la ducha y vayas intercalando chorros de agua fría y caliente para reactivar la circulación, a poder ser por las mañanas.

Otra gran ventaja de ducharse con esta temperatura es que tu cuerpo se deshinchará. El agua caliente dilata el cuerpo, mientras que la fría hace que se contraiga. En verano son muy recomendables estas duchas, pues notarás mucho más tonificado tu cuerpo.

Algo que quizás no sabías es que la temperatura del agua también influye en la hidratación de la piel. Mientras que el agua caliente provoca una deshidratación mayor (sí, aunque no lo creas, esto sucede), el agua fría hace que retenamos mejor el agua del interior de nuestra piel.

Pero no solamente tiene estos efectos en nuestro organismo, sino que las duchas con agua fría estimulan la formación de glóbulos blancos mejorando la predisposición de nuestras defensas frente a los ataques de virus y bacterias. Es una buena forma de prevenir resfriados, gripes y demás afecciones habituales que suelen afectarnos a menudo. Además, las duchas con agua fría son la mejor manera de mantenernos alerta, ya que además de reconstituir nuestro organismo nos ayudan a mantener la mente despejada, estando más activos y despiertos.

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