El 8 de marzo marca un día de conmemoración y reflexión sobre la lucha histórica de las mujeres por la igualdad, la justicia y los derechos humanos. El origen del Día Internacional de la Mujer se remonta a principios del siglo XX, en un contexto de agitación social y movimientos por el cambio en Europa y Estados Unidos.
La génesis de esta fecha se encuentra en la lucha obrera y feminista que marcó el inicio del siglo XX. En 1908, un trágico suceso tuvo lugar en Nueva York, donde las trabajadoras textiles de la fábrica Cotton de la ciudad, en su mayoría inmigrantes y jóvenes, se declararon en huelga demandando mejores condiciones laborales, salarios justos y una reducción de la jornada laboral. Esta protesta se convirtió en un hito cuando, el 8 de marzo de 1908, murieron calcinadas en un incendio dentro de la fábrica, debido a las precarias condiciones en las que trabajaban y a las puertas cerradas por sus empleadores.
El impacto de esta tragedia resonó en todo el mundo, avivando el movimiento por los derechos de las trabajadoras y la igualdad de género. En 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague, la líder alemana Clara Zetkin propuso la idea de establecer un día internacional de la mujer para promover la igualdad de derechos, el sufragio femenino y la justicia social. Fue en esta conferencia donde se formalizó la propuesta de celebrar el Día Internacional de la Mujer, aunque inicialmente se acordó celebrarlo en diferentes fechas, hasta que en 1913 se estableció el 8 de marzo como fecha oficial.
Desde entonces, el 8 de marzo se ha convertido en un día de protesta, solidaridad y celebración en todo el mundo. A lo largo de las décadas, las mujeres han luchado incansablemente por la igualdad de derechos, la eliminación de la discriminación de género y el reconocimiento de sus contribuciones en todos los ámbitos de la sociedad.
Hoy, el Día Internacional de la Mujer es una ocasión para reconocer los logros alcanzados, pero también para reflexionar sobre los desafíos pendientes y renovar el compromiso con la construcción de un mundo más justo e inclusivo para todas las personas, independientemente de su género. Es un recordatorio de que la lucha por la igualdad de género es una responsabilidad compartida y un objetivo que nos concierne a todos.
