Hoy día plantearse cómo sería nuestra vida sin un inodoro parece una cuestión casi impensable. Las Naciones Unidas establecieron un día mundial del Inodoro para visibilizar el problema que supone la falta de acceso a un sistema higiénico.
Desde la antigua Roma hasta la India actual, las sociedades han buscado el modo de mejorar el saneamiento de sus inodoros pues indudablemente es una cuestión fundamental en la salud. Aunque parezca broma, un saneamiento deficiente cuesta la vida de miles de personas al año.
Tal es la importancia, que en 2013 las Naciones Unidas reconoció que 2.400 millones de personas viven sin un baño, acarreando los problemas de salud que ello conlleva. Dos años más tarde, la ONU incluyó el inodoro entre los objetos de desarrollo sostenible el acceso global a un aseo digno.
La falta de conocimiento de cómo se propagan los gérmenes ha provocado que haya un aumento del número de parásitos y enfermedades.
Además, no debemos de olvidar que no todas las sociedades piensan igual ni tienen sus mismas prioridades. En un mundo en el que de forma global se tiende a darle la máxima importancia a las tecnologías, el saneamiento pasa a veces a un segundo plano. Es por eso que en la actualidad este problema importantes repercusiones económicas.
Sin embargo, no sólo el acceso a un sanitario es lo importante. En algunos países se ha mejorado el acceso a un baño pero pasa a ser un objeto olvidado. Sin educación para comprender la importancia de la higiene, sería un esfuerzo en vano.
Los romanos fueron un gran ejemplo en este aspecto ya que construyeron sus urbes con una meticulosa planificación teniendo en cuenta el sistema de saneamientos, pero sin el conocimiento suficiente para hacerlo correctamente. Su mapa de Pompeya reveló más de 400 baños privados, algunos muy cerca de las líneas de la red de alcantarillado, pero ninguno conectado.