La mayoría de las personas tienen la costumbre de bañarse a diario, una buena higiene suele asociarse con una buena salud. Sin embargo, bañarse demasiado seguido podría tener efectos dañinos en la piel. Las duchas diarias son relativamente recientes, hace cien años los baños semanales eran la norma. Aunque ahora nos parezca una locura.
Quizá nuestros antepasados no estaban del todo equivocados…
La capa más externa de la epidermis, llamada capa córnea, compone una barrera de células muertas y endurecidas que protegen a las capas subyacentes de células vivas. Se mantiene unida por lípidos; compuestos grasos que ayudan a mantener a la piel hidratada.
Cuando uno se baña, especialmente con agua caliente, utilizando jabón, se daña la capa córnea de la piel. El jabón y el agua disuelven los lípidos de la superficie y al frotarse se desprenden las células muertas. Cuanto más seguido se repita este proceso, mayor es el deterioro de la capa córnea y menor el tiempo de reparación de la piel a través de la secreción de aceites naturales. (Debemos tomar en cuenta que la piel se regenera cada 28 días). El resultado de los baños excesivos es una piel seca e irritada. Encontremos una media lógica, ya que los días que mas actividad hayamos hecho serán los más propios para ducharse y de esta forma ir intercalando días alternos.